Pasar al contenido principal
Tu alma en desarrolloTu alma en desarrollo
Miedo al cambio

El temor al cambio

Es probable que en más de una ocasión hayas escuchado la expresión de que la costumbre da forma al hábito, y diría que es verdad.

El ser humano es un ser arraigado a sus costumbres:

Nos educamos siguiendo las pautas y normas de nuestra familia, sociedad, sistema educativo, entorno, entre otros.

Por ende, nuestra personalidad, sistema de pensamiento y enfoque hacia la vida y hacia nosotros mismos se fundamentan en esos pilares: lo que conocemos, lo que hemos aprendido, lo que nos han inculcado y todas las experiencias y situaciones vividas desde la niñez hasta la adultez, incluyendo por supuesto todo el impacto emocional que hemos experimentado.

Hemos asimilado toda esa información hasta conformar nuestra identidad. En este punto, ocurren dos cosas: 

  1. Evidentemente, no cuestionamos nuestra identidad, nos conocemos, sabemos cómo pensamos y sentimos. Por tanto, no nos planteamos dudas al respecto, a menos que alguna circunstancia nos impulse lo suficiente para hacerlo.
  2. Nuestras costumbres representan lo familiar, lo conocido, nos brindan seguridad, y ésta a su vez, nos otorga una agradable sensación de control.

Y me pregunto... ¿a quién no le gusta tener su vida bajo control?

Los cambios irrumpen en esta "estabilidad", nos llevan a cuestionar algo o a alguien, incluso a nosotros mismos. Significan afrontar una situación desconocida que nos arrebata el control y nos genera incertidumbre. Por lo general, los cambios generan temor y el temor, rechazo.

Permíteme compartir una anécdota:

Años atrás, al iniciar mis estudios de coaching integral, recuerdo que durante la presentación de la formación, nuestro instructor nos mencionó que en cierto punto del curso todos experimentaríamos un cierto estancamiento. 

Al llegar a ese punto, algunos lograban superarlo, mientras que otros necesitaban tomarse un tiempo y reiniciar.

Siempre he sido curiosa con cualquier sistema de pensamiento distinto al mío y me consideraba muy "capacitada ", no concebía que aquel estancamiento pudiera afectarme a mí, probablemente yo podría gestionarlo con facilidad, pensé. 

Así que comencé a estudiar, a realizar los ejercicios, las prácticas, etc.

A medida que avanzaba en el curso, me afectaba cada vez más emocionalmente, me costaba cada vez más implicarme en las prácticas, se me hacía sumamente complicado mantener el ritmo y responder a las preguntas de los ejercicios.

Seguramente te preguntarás que pasó... muy sencillo, mi instructor era un experto en cuestionarlo todo, incluso a nosotros mismos, en todo, todo el tiempo.

De repente, te encuentras enfrentando tus propias limitaciones, bloqueos, miedos y barreras.

Hemos educado a nuestra mente entre cuatro paredes, trazando una sola puerta, pero en realidad, no existen paredes ni se requieren puertas.

Me estanqué de tal manera que mi instructor llegó a dudar si sería capaz de avanzar, yo también dudé, pero mis ganas pudieron más y conseguí finalizar mis estudios con éxito, pero, indudablemente, esta experiencia marcó un antes y un después en mi sistema de pensamiento.

Lo que deseo transmitir con esta historia, es que estamos aferrados a nuestra identidad, por lo que los cambios los percibimos como una amenaza, ya que nos conducen a un lugar desconocido del cual sabemos poco o nada, nos colocan en una situación incómoda y, la verdad nadie nos ha enseñado a lidiar con la incomodidad.

Para comprender mejor el concepto, explicaré cuáles son nuestros mecanismos de defensa contra el cambio a través de las distintas emociones que podemos experimentar:

  1. Miedo: temor a lo desconocido
  2. Autoengaño: estoy bien así, no lo necesito
  3. Distracción: centro la atención en lo conocido o en otra cosa
  4. Resignación: así soy y no puedo cambiar (o la situación)
  5. Victimismo: la vida es así, no es mi responsabilidad
  6. Cinismo: no es verdad, mi perspectiva es mejor, más acertada o la única posible
  7. Pereza: falta de voluntad, desgana, apatía

A partir del miedo a lo desconocido, surgen otros temores o inseguridades, como los siguientes:

  • Miedo a equivocarse
  • Miedo a la crítica o al juicio de los demás
  • Miedo a la pérdida
  • Miedo a la falta de control
  • Miedo a sentirse inseguro

El miedo es subjetivo y, si bien a veces actúa como un mecanismo de defensa frente a un peligro o amenaza, en su mayoría, nuestros miedos son simplemente limitaciones mentales, una forma en la que nuestra mente nos mantiene en un lugar conocido, en esa falsa seguridad, en la zona de confort.

Cada individuo experimenta el miedo de manera distinta, pero es crucial recordar siempre que si el miedo es tan intenso que llega a paralizarnos, es necesario revisar nuestras creencias.

Mónica Cabello 

Financiado por la UE
Recuperación
asescoaching.org